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Caen por tierra otras dos evidencias de la evolución

Fósiles que no eran fósiles y huesos de patas que no eran patas… La vida no está nada fácil para los evolucionistas, finalmente, dos evidencias presentadas ad nauseam en la prensa, en artículos científicos y libros didácticos simplemente cayeron por tierra con nuevas y más exactas investigaciones científicas.

El primer caso se trata de los llamados “fósiles más antiguos del mundo” – los microfósiles de supuestos 3,4 mil millones de años de Apex Chert. De acuerdo con los investigadores, pilas de minerales terminaron manchados durante la circulación de fluidos, dando la impresión de haber fósiles dentro de las rocas – pero no había nada. Los nuevos datos fueron publicados en la revista Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias de los EEUU.

El segundo caso es el de la “pata” de las ballenas. ¿Quién no escuchó el mito evolucionista según el cual la vida terrestre habría surgido a partir de vertebrados que dejaron el ambiente acuático para vivir en tierra firme? Según los evolucionistas, algunos de esos animales habrían regresado a vivir en el agua, cientos de millones de años después de haber salido de allá. Los ancestros de las ballenas serían un ejemplo de esos migrantes. Y la gran “prueba” presentada por los defensores de dicha hipótesis son algunos huesos encontrados en el cuerpo de las ballenas y que parecen ser lo que habría sobrado de las patas primitivas de algún ancestro de ellas. Se decía que esos huesos no tenían ninguna función, y por eso eran tratados como “órganos vestigiales” capaces de “comprobar” el supuesto pasado terrestre de los ancestros de la ballena.

Entonces, esa fue otra “prueba” detonada por los hechos y por la investigación seria. Nuevos estudios indican que esos huesos pélvicos no tienen nada que ver con patas primitivas. Y definitivamente no se trata de “órganos vestigiales”. Ellos tienen una función importante: apoyar los músculos que controlan el pene de la ballena. Resumiendo: aquellos huesos tienen funciones reproductoras y no locomotoras. La investigación fue publicada por J. P. Dines, con el título “Sexual selection targets cetacean pelvic bones” (Evolution, 3/11/2014).

Imagínate el trabajo (y el gasto) que los editores de libros didácticos que apoyaron por años esas historias tendrán para reescribir todo…

Nada como un día tras el otro y una investigación después de la otra.

Michelson Borges