Según el diario O Globo, “una nueva tecnología de imagen de rayos-X está ayudando a los científicos a entender mejor cómo, en el transcurso de la evolución, las serpientes perdieron sus patas. Los investigadores esperan que los nuevos datos ayuden a solucionar un debate acalorado sobre el origen de las serpientes: si ellas evolucionaron a partir de un lagarto terrestre o acuático”.
¿Qué podría revelar esa nueva tecnología? Las imágenes detalladas en 3D muestran que la arquitectura interna de los huesos de la pata de una serpiente antigua se asemeja a las patas de un lagarto. Pero solo existen tres ejemplares fosilizados de serpientes con los huesos de las patas preservados. “Eupodophis descouensi, la antigua serpiente estudiada en dicho experimento, fue descubierta hace diez años en rocas de 95 millones de años en el Líbano [según la cronología evolucionista]. Con cerca de 50 cm de longitud total, presenta una pequeña pata, de cerca de 2 cm de largo, conectada a la pelvis”, informa el diario.
Para los científicos evolucionistas, el fósil representa una “fase evolutiva intermediaria” de cuando las serpientes supuestamente aún no habían perdido completamente las patas que, en teoría, habrían heredado de los lagartos.
Es lo mismo de siempre: un hecho y mucha especulación. Hecho: el fósil revela que un tipo de serpiente tenía patas. Especulación: eso sería un “vestigio evolutivo” del tiempo en el que las serpientes caminaban. Tomando en cuenta que fueron encontrados registros antiguos (como en la cultura sumeria) de serpientes bípedas conversando con una pareja debajo de un árbol (ya leí al respecto en otro Libro…), parece que ciertas “leyendas” deberían ser tomadas más en serio.
Ciertamente, ese hallazgo fósil podría llevar a otra interpretación, si la cosmovisión adoptada también fuera otra. De cualquier manera, es otra evidencia de la involución (“evolución negativa”), es decir, no hay cómo probar que un animal haya desarrollado patas o cualquier otro órgano complejo a partir de un ancestro más simple. Eso porque la información genética compleja y específica necesaria para dar origen a nuevos órganos funcionales simplemente no puede surgir de la nada. Las serpientes no ganaron información genética, ¡más bien la perdieron! Si los darwinistas quieren llamar a eso “evolución”, que se sientan cómodos.
Por Michelson Borges, periodista y editor.