Por Edith Ivonne Merlos
“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20, RVR 1960 versión online).
Todo lo que nos rodea, de algún modo puede captar nuestra atención. Hay hechos que podemos explicar y otros que para poder explicarlos nos demandaría un mayor tiempo en relación con ellos para poder acceder a un mejor y más profundo conocimiento.
Desde pequeños, fenómenos como: la salida del sol, el color de los objetos, el sonido del agua oceánica, el vuelo de las aves, el desarrollo embrionario de un ser, las formas de los rostros, los componentes de las rocas, la diversidad de semillas y otros sucesos han captado nuestro interés. Así también los científicos se sienten atraídos por los fenómenos naturales y por esta razón han ideado un método que los ayuda a llevar adelante sus investigaciones.
En el Edén, nuestros primeros padres, Adán y Eva, dispusieron del mejor de los libros: la obra creada por Dios. Elena de White menciona que “El libro de la naturaleza, al desplegar ante ellos sus lecciones vivas, les proporcionaba una fuente inagotable de instrucción y deleite” (La educación, versión online). También menciona que Dios aparecía en todo lo que se podía observar.
“El nombre de Dios estaba escrito en cada hoja del bosque y en cada piedra de las montañas, en toda estrella brillante, en el mar, el cielo y la tierra” (La educación, versión online).
La investigación moviliza al hombre en la búsqueda de la verdad y en el conocimiento acerca del origen y funcionamiento de las cosas. Lo lleva a desentrañar misterios y hallar soluciones a los problemas cotidianos. Cada producto humano responde a una necesidad y en la observación cuidadosa y analítica de los hechos naturales, el ser humano puede aprender más sobre el Creador.
El método científico organiza los esfuerzos y el pensamiento humano y es útil para profundizar en el conocimiento de algo específico.
En principio surge al hacer foco en aspectos llamativos y destacados de aquel fenómeno sobre el que se quiere profundizar. La observación ofrece la información para facilitar la explicación de lo que ocurre. Esto conduce a describir o explicitar las características impactantes del fenómeno u objeto que se observa. Aquí es bueno diferenciar que, lo que observas es un dato y lo que dices o explicas acerca de él, es una interpretación. No todos, ante el mismo objeto o fenómeno, realizan las mismas interpretaciones.
La investigación surge con preguntas, grandes interrogantes que marcan un camino a seguir. En la mente del investigador nacen cuestiones acerca de eso que observa y que capta su atención. Por ejemplo, ante la variedad de insectos que se observan en un ecosistema, podría preguntarse: ¿Qué factores ambientales son los que influyen en la diversidad de insectos que observo? ¿Existe alguna relación entre la diversidad de insectos y el tipo de vegetación de la zona?
Y ante esos problemas que se plantea en forma de preguntas, se ofrecen respuestas tentativas o hipótesis.
Es posible que, frente a la pregunta planteada sobre la variedad de insectos, el investigador crea que existe una relación directamente proporcional entre la variedad de flora y la de insectos y que al haber más especies vegetales diferentes aparecen más especies de insectos.
Todas estas primeras respuestas deben ser sometidas a pruebas, deben ser demostradas. Por esta razón hay una etapa (de elaboración del diseño experimental) en que el científico planifica cómo someterá a prueba esas respuestas provisorias. Selecciona qué prácticas, salidas de campo y experimentos requerirá desarrollar para medir variables y obtener datos que deberá ordenar, jerarquizar, relacionar y analizar profundamente. Los datos se ordenan en tablas, gráficos o cuadros.
En etapas avanzadas, el investigador se colocará frente a todos los datos obtenidos para ir encontrando relaciones entre ellos. Elabora teorías para explicar el fenómeno e ir encontrando algunas ideas que solucionan la problemática por medio de respuestas fundamentadas.
Este análisis supone contrastar la información obtenida y presente con las hipótesis provisorias con que uno inició la investigación. Alguna hipótesis (por ser correcta) podría validarse, sin embargo, muchas se rectificarán por ser erróneas y porque no presentan una alternativa real de solución. Los datos hallados demuestran otro hecho diferente al planteado en la hipótesis que resulta errónea.
Finalmente, el científico llegará a conclusiones, enunciará afirmaciones respecto a las preguntas problemas del principio. Expondrá resultados y rectificará las hipótesis (erróneas) pudiendo llegar a ratificar las correctas.
En el primer caso, podrá plantear nuevas hipótesis. En el segundo evento formulará leyes o teorías.
El método científico tiene límites. Hay preguntas que la ciencia no puede responder y hechos de la fe que no pueden probarse por la ciencia porque ella no alcanza a entenderlas. Como seres humanos somos limitados en lo que podamos descubrir y aprender.
Encomienda al Padre tus propósitos, sólo Dios completa el saber y puede guiar hacia aprendizajes eternos.