“Aunque todo cuanto el Señor había creado era perfecto y hermoso, y parecía que nada faltaba en la tierra creada por él para felicidad de Adán y Eva, les manifestó su gran amor al plantar un huerto especialmente para ellos […] Ese hermoso huerto había de ser su hogar” (La historia de la redención, versión online).
Cada organismo es un hilo en esa red y un hilo que se corta, daña sustancialmente la trama. Nosotros, los seres humanos, hemos sido colocados en la Tierra como mayordomos. Habiendo sido una creación apartada y diferente a las demás, nuestro Creador nos dotó de funciones cognitivas superiores. Podemos utilizar la inteligencia, la reflexión y actuar protegiendo todo lo que nos rodea.
En el principio, Dios creó un ambiente propicio para la vida. En ese espacio con agua, aire, cielo, tierra, rocas y otros elementos se albergaría cada criatura creada.
Creados “a imagen y semejanza divina” y habiendo recibido la tarea grandiosa de mantener todo lo creado, debemos hacer uso de nuestras facultades en el diseño de planes de acción y ejecutarlos.
El agua, recurso hídrico esencial
El agua, recurso disponible en grandes extensiones de la Tierra, abastece las necesidades de las poblaciones. Sin embargo, el crecimiento de una población en ciertas áreas provoca menos disponibilidad de ella para todos.
Es imprescindible no desperdiciarla, observando las conexiones a fin de evitar fugas que provoquen pérdidas de varios litros, controlando los medidores de agua cada 2 horas y recambiando grifos deteriorados, pues al gotear una vez por segundo conllevan a la pérdida de unos 10.200 litros de agua limpia por año.
Al cuidar el agua potable estamos siendo conscientes del gasto que significa obtenerla y purificarla. Usemos sin abusar; devolvamos las aguas que se utilizan industrialmente en óptimas condiciones; evitemos la contaminación de fuentes de agua con basuras domiciliarias y residuos cloacales e industriales.
Ecosistemas de transición y biodiversidad
Aquellos ambientes donde hay múltiples poblaciones de atractivo turístico como arrecifes coralinos, playas marítimas, estuarios y bahías albergan diversas poblaciones vivientes. Hemos aprendido a obtener de ellos recursos alimenticios (algas, peces, etc.) y emplearlos como zonas de recepción de turistas. La compra de productos marinos incrementa la pesca en esos lugares y la sobrepesca los daña profundamente. Los arrecifes no toleran cambios abruptos y muchos de ellos mueren. Las actividades como el buceo y el snorkel sin control, invaden y dañan las formas de vida de esos ecosistemas.
Podemos controlar las embarcaciones que circulan y descargan agua contaminada con residuos y colaboran en diseminar especies invasoras.
Reduzcamos el uso de CFC evitando incrementar la eliminación de gases tóxicos que conllevan al cambio climático que tanto los afecta con el aumento de la temperatura del agua y el “blanqueamiento” de las barreras coralinas.
Un ejemplo de medida proteccionista ha sido iniciado en Cuba: el desarrollo de un vivero coralino en Guanahacabibes. Se ubicaron en el fondo marino unos 20 árboles que sostienen 60 fragmentos de corales.
Los árboles que usamos
El papel y la madera son elementos que usamos asiduamente. Unos 4 mil millones de árboles abastecen anualmente nuestro empleo de papel. Aprendamos a usar menos, reutilizarlos y reemplazarlos por telas.
Al pasar por los bosques, es recomendable que evitemos fogatas o las apaguemos de modo seguro. No traslades leña que pueda llevar especies dañinas hacia otras zonas.
Transporte y combustibles fósiles
Sería ideal disminuir el empleo de la gasolina y la electricidad, comprar alimentos de producción local apoyando a los pequeños productores rurales que no queman combustibles fósiles para trasladar sus productos, disminuir el traslado con vehículos que utilicen combustibles fósiles, utilizar la bicicleta como medio de transporte, compartir automóviles para las compras o para trasladarse a los lugares de trabajo y estudio.
Como mayordomos debemos planificar y usar adecuadamente lo que Dios creó.
Un día Jesús va a regresar para llevarnos a morar con él, restaurará la tierra destruida y podremos disfrutar de un nuevo hogar. ¿Podrá contar contigo para cuidar del Edén restaurado?
Qué hermoso será exclamar como Juan: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron […]” (Apocalipsis 21:1, RVR 1960 online).
“En esas pacíficas planicies, junto a las corrientes vivas, el pueblo de Dios, por tanto tiempo peregrino y errante, encontrará un hogar” (La historia de la redención, versión online).