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Los fantásticos mamíferos voladores

Por Roberto E. Biaggi, Ph. D.

Hoy me gustaría contarles sobre un grupo fascinante de organismos que son los únicos mamíferos que al batir sus alas son capaces de realizar un vuelo verdadero y sostenido: los quirópteros.

Un caso famoso en la historia de la ciencia y que demostró la validez del método científico fue el de Lazzaro Spallanzani, sacerdote italiano, que con su genio original ya era famoso por sus contribuciones al demostrar la imposibilidad de la generación espontánea. En 1793 se hizo muy famoso por otros experimentos (y su ingeniosa aplicación del método científico) que demostró cómo los murciélagos eran capaces de navegar y evitar obstáculos en completa oscuridad, no con la vista, sino con el uso del sentido del oído. Mucho después se logró descubrir el principio por el cual navegan: la ecolocalización.

Los murciélagos son miembros del segundo orden más abundante de mamíferos luego de los roedores, con más de 1.400 especies, cerca del 20% de todas las especies clasificadas de mamíferos alrededor del mundo y se encuentran distribuidos en todos los continentes, excepto en las regiones polares y algunas islas remotas. Ecológicamente altamente diversos, ocupan hábitats muy variados. Comúnmente de hábitos nocturnos, muchos murciélagos viven en cavernas donde pasan el día para salir al atardecer a cazar y alimentarse. Muchos turistas se sientan en gradas a la entrada de cavernas famosas cerca de la puesta del sol para observar un fenómeno increíble, la salida de miles y hasta millones de murciélagos para el inicio de sus actividades nocturnas. Muy conocidas son la de Carlsbad, en New México, y la de Bracken, en Texas, esta última famosa por ser la que tiene una de las colonias más grandes con más de15 millones de murciélagos.

Tradicionalmente, las 21 familias de quirópteros se han dividido en micro (ecolocalizadores) y megaquirópteros (no ecolocalizadores). Los murciélagos más pequeños tienen un cuerpo de cerca de 3 cm de largo, y una envergadura de alas de15 cm, mientras los más grandes como los zorros voladores tienen un ancho de alas de 1,70 (el más grande) y pesan como un kilo y medio, aunque en general los megaquirópteros son bastante pequeños.

Los megaquirópteros en general comen frutas (un estudio mostró que comían frutas ¡de 188 géneros de plantas!), y además semillas, hojas, flores, néctar, savia, jugo y otras partes de las plantas. Más de 150 tipos de plantas se reproducen gracias a la intervención de los murciélagos. Los micromurciélagos, aunque mayormente son insectívoros, atrapando sus presas al vuelo, y con algunas especies omnívoras, también se alimentan de otros artrópodos, como arañas, crustáceos y escorpiones, y vertebrados como peces, ranas, pequeños mamíferos, reptiles y aves. Uno de mis favoritos es el “murciélago pescador” (cuerpo de 14cm y alas de un metro, presente en Sudamérica) que además de insectos y crustáceos, con el uso de la ecolocalización detectan a los peces por el movimiento del agua superficial, y los capturan con sus garras, pudiendo atrapar hasta 30 peces en una noche.

Aunque últimamente se han asociado con la pandemia del Covid-19, porque son un reservorio natural de varios patógenos como el de la rabia, el SARS (coronavirus) y otros virus, en realidad los beneficios que otorgan son muchos: polinización, dispersión de semillas, manutención de bosques, reducción de poblaciones de insectos evitando plagas, y otros controles biológicos.

Destacaremos dos aspectos sumamente interesantes de los murciélagos. El primero es su aparición repentina en el registro fósil. El primer registro de murciélagos fósiles es en la Formación Green River de Wyoming, en el Eoceno temprano, en estratos llamados “Lagerstätten” por su conservación excepcional, y especialmente en el caso de murciélagos fósiles con sus delicados esqueletos. En estos estratos hay como 30 especímenes fósiles de varias especies, varios de ellos con esqueletos perfectamente conservados, y casi todos en una delgada franja de sedimentos del Eoceno Inferior. Esta impresionante aparición repentina se ha denominado “el Big Bang del Eoceno para los murciélagos”. Luego de la aparición abrupta, ya con extraordinarias capacidades de vuelo y ecolocalización, en un corto lapso se produce una radiación que para el Eoceno Medio ya es impresionante en Europa y múltiples continentes con algunos taxones de familias modernas, y que para el final de Eoceno ya representan muchas familias modernas. ¡Qué explosión impresionante! Nuevamente, como en otros numerosos ejemplos, un grupo de organismos aparece repentinamente sin los correspondientes antepasados en estratos inferiores, y para colmo con complejos sistemas de locomoción y ecolocalización. Otra vez un cuestionamiento serio al modelo evolutivo.

El segundo aspecto es el de su extraordinario mecanismo de ecolocalización (como adelantamos al comienzo de este artículo), un sistema de biosonar (emisión de sonido en diferentes frecuencias y recepción del eco) que entre otras cosas les permite cazar en vuelo y en la oscuridad dos insectos voladores en un segundo. Para colmo, en el sentido evolutivo, los micromurciélagos comparten esta capacidad con los cachalotes y delfines, lo cual, en sí, presenta un problema a la hora de construir árboles filogenéticos. A esto los científicos denominaron “evolución convergente” para definir la aparición independiente del mismo rasgo en linajes diferentes. Pero si los rasgos resultan de información genética, ¿cómo se producirían los cambios genéticos necesarios en dos grupos de organismos tan diferentes como para producir caracteres similares en un modelo de evolución azarosa no guiada? Por eso la literatura está llena de exclamaciones sobre convergencia evolutiva como estas: ‘extraordinario’, ‘sorprendente’, ‘notable’, o incluso ‘increíble’ y ‘asombroso’, todas muy comunes, lo que a un autor le sugería que algunos de estos biólogos sentían la sensación de inquietud, o el fantasma de la teleología (propósito y diseño) mirando por encima de sus hombros.

Todo esto se complica mucho más con el descubrimiento de supuestos casos de convergencia evolutiva genética (incluyendo este caso de murciélagos y cachalotes). Se ha demostrado que repetidamente en más de 100 casos de supuesta convergencia evolutiva genética, la similitud aún a nivel genético no es el resultado de herencia a partir de un antepasado común. ¿Dónde queda la idea del árbol filogenético a partir de un ancestro común? Todo esto nos conduce con tanta más fuerza a la mejor explicación: el diseño inteligente.

En el caso de la ecolocalización, la complejidad es extraordinaria: a tal grado que algunos han expresado que los diseños de la tecnología sonar original (murciélagos, delfines y ballenas) es ¡superior al de nuestro equipamiento militar! Por eso se los investiga con tanto detalle. Las máquinas moleculares involucradas que la hacen posible son altamente complejas: la prestina, proteína motora de las células ciliadas del órgano de Corti en la cóclea del oído interno de mamíferos, sirve como amplificador selectivo de frecuencias en el sistema de sonido en la ecolocalización. La evolución no tiene explicación para el origen de un sistema como este. Y otro descubrimiento sorprendente: cómo los murciélagos pueden cambiar rápida y alternativamente su atención sonar, esto sugiere que procesan flujos de ecos desde múltiples blancos en un modo de tiempo compartido que les permite seleccionar el plan de vuelo óptimo para capturar y cazar el mayor número de insectos en su vuelo. ¡Qué fantástico! ¿no?

Otro ejemplo extraordinario de cuán compleja es la información necesaria en estos sistemas biológicos para un funcionamiento excepcional, y de la imposibilidad de que un proceso material no guiado lo hubiera podido generar. Después de analizar estas maravillas, tiene mucho más sentido el “modelo original” que se describe en la Historia Sagrada! ¡Alabemos al Creador!