La famosa teoría del inglés Charles Darwin respecto del origen de las especies y la selección natural conquistó el respeto del mundo científico y parece tener aceptación unánime en este medio, aunque no es así. Esta teoría ha polarizado a la comunidad científica y experta, causando división e incomodidad por el tratamiento privilegiado que recibe en comparación con otras hipótesis.
En esta serie de artículos analizaremos la precariedad de la verdad científica y cómo la teoría darwiniana se convirtió en una doctrina que se asemeja bastante a una religión, imponiendo sus conceptos mediante una verdadera dictadura científica. Presentaremos evidencias de los métodos “evangelizadores” de los científicos darwinistas, demostrando que esta teoría depende tanto de la fe como cualquier religión contemporánea.
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Crisis en las ciencias
Actualmente, muchos temas existenciales del interés humano no pueden convivir con el paradigma científico vigente. La razón oprime el sentimiento y la ansiedad humana de pertenencia.
La crisis de la ciencia del modelo cartesiano-newtoniano es una realidad” (Vitkowski, 2004, pp. 11-12).
La solución propuesta por la ciencia para el hambre y la sed mundial, también intoxica y produce enfermedades más resistentes que los descubrimientos de la medicina. La desigualdad social y el acceso a la información despiertan aún más el deseo de quienes no pueden consumir por los medios socialmente aceptados. Esto genera violencia. Como la religión está cuestionada, retornamos al hedonismo, un hedonismo inmediato y bárbaro.
La ciencia moderna consagró al hombre en cuanto sujeto epistémico, pero lo expulsó en cuanto sujeto metafísico, tal como ha expulsado a Dios” Un conocimiento objetivo es factual y riguroso pero no tolera la interferencia de los valores humanos o religiosos (Vitkowski, 2002).
Según Vitkowski, esta actitud llevó al hombre a una dicotomía sujeto/objeto. Esta enseñanza es contraria a la religiosa, que ve al hombre a través de un prisma espiritual y trascendental.
René Descartes dijo “pienso, luego existo”. Estableció que el hombre, como ser pensante, sabe que el conocimiento absoluto y pleno, la perfección, es inalcanzable y desconocida. La búsqueda de este ideal solamente tiene sentido porque se trata de una verdad autoevidente: la existencia de Dios (Kleinman, 2014).
Creía que todo pensamiento podía dividirse en partes menores y que estas podían convertirse en ecuaciones abstractas. Al hacerlo, la persona conseguiría eliminar la cuestión de la percepción sensorial (que según Descartes era incierta), dejando que la razón objetiva solucionase la cuestión (Kleinman, 2014, pp. 90-91).
La relación descrita por Descartes entre la mente y el cuerpo es presentada por Kleinman (2014) como la antítesis del dualismo entre cuerpo y mente, presente en el pensamiento griego clásico, contraria al pensamiento judeocristiano. Para Descartes y para la medicina moderna la salud física influye sobre la mente y la mente tiene directa relación con la salud física.
Para Vitkowski la fase de supervivencia ha sido superada. Ahora la cuestión es saber vivir. En este punto, la lección que debemos aprender es el respeto, la humildad, la tolerancia y el reconocimiento del carácter provisorio de la vida y del conocimiento. Podemos aportar al conocimiento colectivo, porque incluso aprendemos de nuestros propios errores mientras vamos madurando. Este es el paradigma: no desconocer lo nuevo, lo diferente de cada cultura y fuente del saber.
Debemos concordar con Anício Boécio (480-525). La razón fundamental definidamente debe ser abordada con fe. La humanidad ha avanzado mucho por medio del movimiento escolástico. La fe ciega puede ser peligrosa, sin embargo, hacer ciencia ciegamente también. Debemos agradecer al sentido común por los miles de años que la humanidad atravesó hasta aquí, sus principios y orden, a pesar de las supersticiones que lo influyeron.