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La danza de las hipótesis

Desde adolescente siempre me gustó la lectura. Cuando tenía 15, leí Una breve historia del tiempo, de Stephen Hawking. Me apasionaba leer artículos de la revista Muy Interesante acerca del origen del universo. También leí el libro El baile del Universo, de Marcelo Gleiser, un físico brasileño que defiende apasionadamente la Teoría del Big Bang. De tanto leer sobre las teorías de los orígenes, comencé a creer casi piadosamente que una gran explosión había dado origen al Universo. Me convencí de que Dios podría haber sido el que “encendió la chispa” de esa gran explosión universal.

Actualmente, después de varias décadas de lectura y análisis, algunas certezas de mi adolescencia se muestran frágiles, aunque sus defensores y los medios de comunicación alineados las hayan presentado como verdad científica. Dos noticias recientes demuestran que no siempre es bueno confiar ciegamente en los hombres de ciencia. En realidad, no deberíamos confiar en ninguna declaración humana. Mucho menos deberíamos dar crédito a todo lo que anda dando vueltas en Internet acerca del tema.

El año pasado, algunos científicos afirmaron haber descubierto evidencias de las ondas gravitacionales primordiales, fluctuaciones que habrían sido ocasionadas por la supuesta inflación cósmica, periodo del Universo en el cual habría aumentado de tamaño de manera espantosa en una fracción de segundos. El descubrimiento fue conmemorado no solo como una evidencia del Big Bang, sino como el efecto previsto por una de las hipótesis acerca de los primeros momentos de nuestro Universo. Pero no era tan así.

El sitio Inovação Tecnológica [Innovación Tecnológica, sitio en portugués] explicó: “La teoría de la inflación cósmica, elaborada hace cerca de 30 años por Alan Guth y Andrei Linde, propone que esa etapa de crecimiento exponencial del Universo en las fracciones de segundos posteriores al Big Bang dejarían marcas en la radiación cósmica de fondo, una radiación de microondas presente en todo el cielo y que los científicos creían ser un vestigio del Big Bang. […] El anuncio del ´descubrimiento´, hecho en marzo del año pasado, fue saludado por algunas revistas como el ´descubrimiento del siglo´, pero inmediatamente suscitó cuestionamientos de varios científicos, que contestaron los datos del  BICEP2 alegando justamente que la polarización detectada podría ser debida al polvo presente en la galaxia.

Y el ´papelón´ parece haber sido provocado por un error bastante grosero: en su medición, los científicos usaron un mapa de la radiación cósmica de fondo sin ninguna especificación, retirado de una presentación hecha en un congreso.” Note que esa famosa radiación de fondo es la base que hace creer a los científicos la existencia de un Big Bang. Con base en una hipótesis, se supone que, si el Universo se expandió a partir de un punto, aún debe estar en expansión. Entonces surge una segunda hipótesis, fundamentada en la primera. Pero esa tampoco cuenta con evidencias concluyentes. Infelizmente, muchas personas que leen acerca de dichas ideas o ven documentales y programas televisivos creen que  son hechos comprobados.

¿Cuántos sabrán que ese “descubrimiento del siglo” era falso? ¿Quién pedirá disculpas por la fanfarria sensacionalista hecha en los medios? La conclusión de un artículo acerca del asunto es reveladora: “No se puede descartar el modelo de la inflación por esto, pero es necesario realizar más trabajos para encontrar las pruebas previstas por dicho modelo. Ahora, es necesario volver al laboratorio y buscar nuevas evidencias.” Cuando la hipótesis interesa a los naturalistas, aunque carecen de evidencias, ellos trabajan sobre ella. No la descartan y salen en búsqueda de nuevas evidencias. Sin embargo, cuando el asunto es diseño inteligente y/o creacionismo, ellos ni siquiera se toman el trabajo de analizar los argumentos…

Pero hay más: un nuevo modelo, que mezcla correcciones cuánticas en la teoría de Einstein, sugiere que realmente no hubo Big Bang. Otro golpe para la teoría. La idea es que el Universo no comenzó, sino que siempre existió. “La singularidad del Big Bang es un problema para la relatividad, porque las leyes de la física ya no tienen sentido para ella”, afirma Ahmed Farag Ali, investigador de la Universidad Banha, en Egipto. Él y el coautor Saurya Das, de la Universidad de Lethbridge, en Alberta, Canadá, mostraron que ese problema puede ser resuelto si creyéramos en un nuevo modelo, en el cual el Universo no tuvo principio, y no tendrá fin. Los físicos se basan en el trabajo del físico David Bohm que, en los años 1950, exploró lo que sucedería si sustituyéramos por trayectorias cuánticas la trayectoria más corta entre dos puntos en una superficie curva.

En su estudio, Ali y Das aplicaron las trayectorias bohminianas a una ecuación que explica la expansión del Universo dentro del contexto de la relatividad general. Así, el modelo contiene elementos de la teoría cuántica y de la relatividad general, y describe el Universo como lleno de fluido cuántico, que sería compuesto de gravitones, partículas hipotéticasque medirían la fuerza de la gravedad. Los medios populares, como siempre, dan gran exposición a las hipótesis nacidas en la cabeza y en las computadoras de algunos teóricos ávidos de reconocimiento. Es el tipo de noticia que se desparrama como reguero de pólvora, aunque no haya ningún hecho.

Fuera del campo de la creatividad, ¿es posible un universo eterno? ¿Qué tipo de mecanismo/fenómeno estaría haciendo que las leyes de la termodinámica no sean aplicables a ese universo? ¿Cómo explicar que aún exista energía disponible en un sistema cerrado? ¿Y el tiempo? ¿Cómo podemos estar aquí, ahora, en el hoy, si el tiempo fuera una línea “arrojada” una eternidad atrás? Sin un comienzo de tiempo no podríamos estar aquí, ahora. Están cambiando al Dios eterno por una materia y una energía eternas. En ese baile de hipótesis, ¿cuánto tiempo durará esa idea hasta que otros teóricos propongan una nueva? La hipótesis de los multiversos, de los cuales no existe siquiera una evidencia, está allí para probar que, en el campo de las especulaciones, todo vale. ¿Dios creó el Universo? ¡Claro que no!, dicen los naturalistas. ¿En lugar de uno, podría haber mil millones de universos, aunque nunca hayamos visto otro además del nuestro? Puede ser…

La materia ¿es eterna, aunque no existan evidencias reales/empíricas al respecto? Algunos creen que sí. Fe por fe, me quedo con la más lógica: (1) todo lo que tuvo un principio tuvo una causa; (2) el Universo tuvo un comienzo (y todo parece indicar que sí); por lo tanto, (3) el Universo tuvo una causa. [MB] Y estoy en buena compañía en esa conclusión: el famoso físico brasileño César Lattes (sí, ese mismo, el del currículum Lattes) también creía en un Universo que tuvo principio. Es más: creía que Dios había sido el responsable por dicho comienzo. ¿Dudas? Lee aquí (sitio en portugués). Frente a tan grande baile de hipótesis, prefiero quedarme con una certeza: “Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre.” (1 Pedro 1:24 y 25).

Michelson Borges