Fósiles

Ámbar: una ventana al pasado

Por Roberto E. Biaggi, Ph.D.

Un tipo extraordinario de lagerstätte (esos tipos de depósitos fosilíferos con una conservación excepcional), incluye restos de organismos conservados a través de la momificación, pero en especial, un tipo único de momificación. ¿Recuerdan el famoso mosquito fósil de la película Parque Jurásico, en el que supuestamente los científicos encontraron sangre con ADN de dinosaurios y con el cual pudieron clonar dinosaurios? Como todos sabrán, traer a la vida animales extintos como los dinosaurios hasta ahora es imposible porque todavía no se ha podido extraer el ADN de estos fósiles. Lo que sí es real es el hallazgo de mosquitos (y muchos otros organismos) conservados en ámbar.

El ámbar es resina de árboles fosilizada, es decir alterada y endurecida por procesos que previenen su descomposición, como la sepultura por sedimentos. Existen cinco tipos de ámbar según su composición química, y provienen de resinas de varios tipos de árboles, como coníferas y leguminosas. Pero lo más significativo es que el ámbar a veces suele contener inclusiones de animales y plantas que se han conservado exquisitamente a través de un proceso de momificación luego de que estos organismos o fragmentos quedaran atrapados y cubiertos por la resina original de los árboles.

El ámbar se conoce desde hace varios milenios, y hay registros que discuten su origen que datan del quinto siglo antes de la era cristiana y se ha comercializado desde la antigüedad. Se encuentra en estratos geológicos a través del globo, desde el Carbonífero (parte superior del Paleozoico) y en varios estratos a través de la columna geológica hasta la parte superior del Cenozoico. El ámbar del Carbonífero es muy significativo porque su composición química es más similar a las resinas producidas por plantas con flores, y los fósiles de estas plantas recién aparecen en estratos superiores del Jurásico en el Mesozoico, que según el modelo evolutivo es cuando recién evolucionan estas plantas. Quizá este ámbar presente un posible cuestionamiento al modelo evolutivo.

En Líbano existen más de 450 yacimientos del Cretácico Inferior, de los cuales unos 20 contienen inclusiones biológicas, entre las que se encuentran varias familias de artrópodos terrestres. También se han encontrado depósitos con ámbar en estratos del Jurásico de Jordania que incluyen interesantes insectos y arañas. Sin embargo, los primeros restos de ámbar en el registro fósil que contienen artrópodos fósiles son del Triásico de Italia.

Los yacimientos más extensos son los del Báltico (Eoceno-Oligoceno) en los que se han encontrado más de 3.000 especies fósiles (mayoría insectos, aunque también hay un pequeño porcentaje de otros artrópodos, anélidos, moluscos, nemátodos, protozoos, y vertebrados).

Otros depósitos de ámbar con una gran cantidad de fósiles son los de la República Dominicana (Mioceno) y los de Chiapas, México (Oligoceno-Mioceno). En ámbar dominicano se encontró una garrapata con sangre de un mamífero (posiblemente un primate) que contiene glóbulos rojos con protozoos parasitarios en varias etapas de desarrollo. Otro muy renombrado hallazgo reciente (2019) es el de “cerditos del moho”, un microinvertebrado (una décima de milímetro) de cuatro pares de patas, parecido a los tardígrados u ositos de agua y a los ácaros, pero no encaja en ningún grupo conocido, al punto que los descubridores consideran que puede ser un nuevo filo; otro caso de aparición repentina de un organismo extinguido. En el ámbar de Simojovel (Chiapas, México) se han descubierto cientos de especies fósiles incluyendo varias lagartijas (una de ~10cm, la más grande hasta ahora), y una rana de unos 7mm del género Craugastor.

El ámbar del norte de Myanmar (Birmania) contiene la biota más diversa del Cretácico, con un registro de más de 569 familias de invertebrados, vertebrados, protistas, plantas y hongos. Algunos fósiles destacados incluyen: un insecto con aspecto de ET, tan diferente de otros insectos (presenta una cabeza que le da un aspecto alienígena, y un número de caracteres que no se ven en ninguna otra especie de insectos conocidos), que los investigadores crearon un nuevo orden (categoría de clasificación) de insectos para este ejemplar. Esto resalta el hecho de que a través del registro fósil existen muchas instancias de aparición repentina de organismos sin que tengan eslabones evolutivos en los estratos inferiores. Otro hallazgo impresionante es el de garrapatas (incluso un par suficientemente diferente que se ha creado una nueva familia para ellas), una de ellas inflada con sangre y aferradas a plumas de dinosaurio lo que sugiere que se alimentaban de la sangre de dinosaurios. En el 2019 se publicó un artículo describiendo el primer amonite (juvenil de 12mm de diámetro) encontrado en ámbar, junto con otros gastrópodos marinos e isópodos de la costa y una variedad de artrópodos terrestres, lo que sugiere que la resina cayó en la playa desde los árboles junto a la costa, recogiendo organismos terrestres y acuáticos incluyendo el amonite. Pero indudablemente los hallazgos más sobresalientes en este ámbar sean un fragmento de la punta de la cola de un dinosaurio joven con varias vértebras y plumas lo que arroja nueva información sobre el plumaje de estos dinosaurios, y hasta ahora 6 diferentes restos de aves enantiornitas (extintas), de las cuales la más reciente (2019) es la primera especie de aves nombrada encontrada en ámbar.

Indudablemente estos yacimientos extraordinarios de ámbar nos han revelado faunas y floras fascinantes del mundo antiguo, que son un testimonio de la obra maravillosa del Creador, y de la fascinante historia de la vida en la tierra.